EL PRODIGIO DE LAS RASPAS

EL PRODIGIO DE LAS RASPAS

En su boca
no había mordiscos,
sólo besos.

Tal vez así
pudieran explicarse
los asombrosos sucesos
que se producían
allá por donde fuera.

Como aquel día
en el que yo mismo fui testigo
del prodigio de las raspas.